Hoy estudiamos con mis alumnos de Allegro los cambios en el culto y la musica en el periodo entre los siglos IV y XVI de nuestra era, si bien es cierto que la música y el arte se abrieron paso en la Iglesia en estos siglos, al mismo tiempo estas expresiones artisticas y sobre todo la música y el canto pasaron de ser un medio de alabanza y adoración de la Iglesia en su totalidad a convertirse en la expresion exclusiva de una nueva casta sacerdotal, la musica no fue mas congregacional y aun siglos antes de entrar en esta "civilizacion del espectaculo" como ha llamado Mario Vargas Llosa en uno de sus ultimos articulos a la era en que vivimos, la Congregacion paso de participante a espectadora. Que triste momento para la Iglesia del Señor, tuvieron que pasar mil años, hasta que la Reforma devolviera el canto en la Iglesia a sus verdaderos dueños, la congregacion. Lutero decia por eso que la congregacion era el primer coro de la Iglesia. No estamos lejos sin embargo de sutilmente deslizarnos por esos caminos, cuando nuestra musica de alabanza y adoracion se vuelve tan sofisticada que pocos pueden seguirnos el paso, tan aguda que pocas privilegiadas voces pueden acompañarnos y aun tan confusa en sus letras y discursos que pocas mentes pueden entender lo que se esta diciendo a cabalidad, estamos entonces en el camino del silencio. Si la Iglesia contempla con agrado nuestra musica dejando de participar para convertirse en meros espectadores habremos fracasado en nuestros ministerios. Recordemos que la Iglesia es la voz principal de nuestro Conjunto o Ensamble Musical y aprendamos a servirla y acompañarla.
junio 12, 2007
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2 comentarios:
Francis: este artículo es bien interesante porque nos hace pensar ¿qué tanto participa nuestra congregación - cualquiera a la que pertenezcamos - en la alabanza?. Si participa mucho, ¿es sinónimo de alabanza auténtica o euforia pasajera?; si participa poco, ¿es facilista decir que "es la característica de nuestra congregación" o "es su pobre estado espiritual"?. Si bien puede ser un poco de lo uno y lo otro, cabe que cada iglesia se pregunte: ¿qué tan responsable es el estilo de mi ministerio de alabanza para que esto suceda?, ¿se está guiando correctamente a la congregación a que alabe, como parte de su adoración? o, más profundo aún, ¿mi iglesia está "criando" cristianos inmaduros, dependientes de los sentidos antes que de una relación de intimidad con Dios que lleve a adorar y alabar?. Creo que todos los que participamos en un ministerio de alabanza, en cualquier iglesia, debemos plantearnos seriamente estas preguntas y darles respuesta, ¿no te parece?. Una vez más, gracias por tus reflexiones.
Interesante perspectiva, cada vez que hablamos de estas cosas podemos profundizar mas y mas en el tema. Gracias Che Horacio
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